“La gravedad de su alma”
No fue un relámpago,
ni un temblor en la piel,
ni un eco de certezas
rompiéndome los huesos.
Fue una presencia apenas,
una brisa que no se nota
hasta que deja frío el aire,
un hilo enredado en los días
sin que nadie lo advierta.
No la miré distinto al comienzo.
No tenía fulgor inmediato,
ni palabras que quemaran,
ni gestos diseñados para el asombro.
Pero poco a poco,
como quien no quiere entrar
y ya está dentro,
como quien no busca raíces
y ya está creciendo,
su voz se hizo paisaje,
su risa, un hogar.
Y cuando quise darme cuenta,
su ausencia pesaba más que el silencio,
su nombre flotaba entre los míos,
su esencia, esa marea discreta,
tiraba de mí sin permiso.
Algunos brillan de golpe,
como un incendio voraz.
Ella no.
Ella fue la gravedad,
tirando de mi centro
hasta dejarlo en sus manos
