Félix María de Samaniego

La comadreja y los ratones

Fábula

Débil y flaca cierta comadreja,
 
no pudiendo ya más de puro vieja,
 
ni cazaba, ni hacía provisiones
 
de abundantes ratones,
 
como en tiempos pasados,
 
que elegía los tiernos, regalados,
 
para cubrir su mesa.
 
Sólo de tarde en tarde hacía presa
 
en tal cual que pasaba muy cercano,
 
gotoso, paralítico o anciano.
 
Obligada del hambre cierto día,
 
urdió el modo mejor con que saldría
 
de aquella pobre situación hambrienta;
 
pues la necesidad todo lo inventa.
 
Esta vieja taimada
 
métese entre la harina amontonada.
 
Alerta y con cautela,
 
cual suele en la garita el centinela,
 
espera ansiosa su feliz momento
 
para la ejecución del pensamiento.
 
Llega el ratón sin conocer su ruina,
 
y mete el hociquillo entre la harina.
 
Entonces ella le echa de repente
 
la garra al cuello, y al hocico el diente.
 
Con este nuevo ardid tan oportuno
 
se los iba embuchando de uno en uno,
 
y a merced de discurso tan extraño
 
logró sacar su tripa de mal año.
 
Es un feliz ingenio interesante:
 
Él nos ayuda, si el poder nos deja;
 
y al ver lo que pasó a la comadreja,
 
¿quién no aguzará el suyo en adelante?
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