Era un barco vacío,
Quebrado en la añoranza
Tan desalmado
Como quien le quita el color a las mañanas
Sólo lo empujaba el viento
Y la orilla, despechada, lo rechazaba hacia el vientre del mar
De sus tripulantes, solo huesos, perdidos en el fondo,
Donde sus almas se enamoran de sirenas
Y vagan indefensas, en la oscuridad.
Las sombras de las viudas,
Al borde la orilla, contemplan lejos el navío
Sus lágrimas, la marea que suele deambular.
El barco en su horizonte,
Como amante tendido en la ventana
Anhelaba besar la orilla, y escaparse de la inmensa soledad.
El paisaje más bello, el más triste, el que cuelga del clavo de una triste habitación.