Eodig

La solitaria libertad

Desesperada mi alma, no sentía ni soledad
Ni calor ni brazas, solo escuchaba a lo lejos
Sonar las campanas del adiós.
Es el último día, y veo la vida sonreírme sobre el pecho,
 
 
La libertad no lo sabe, pero sufrirá  una enfermedad
Será por siempre carnada de los sueños,
Será por siempre, la sortija que no llegamos a agarrar.

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