No es una delicada primavera
quien bulle en el jardín haciendo flores,
negra de arcilla y manchas de colores
y de toda sustancia verdadera.
No es una frágil niña pinturera
quien le prende a la tierra mil amores
y con la nada borda los primores
en que se mira la creación austera.
Es la joven perfecta, fuerte y pura
que eternamente vamos persiguiendo
por las inmemoriales lejanías.
Madre de toda luz, dulce ventura
de los que eternamente amaneciendo
vienen por los abismos de los días.