Están los niños hablando de la dicha
tan lejos en la casa, que sus voces
apenas son un eco, una memoria
de otro rumor.
Están diciendo
sus venturas pequeñas, maravillas
de tocar y tener. Tú los escuchas
en tu cuarto desierto, mientras huyen
las páginas oscuras, y parece
que descansa la luz, que el tiempo todo,
secreto en el desván, claro en el alma,
se aviene a ser feliz.