En la quietud de la noche,
cuando el mundo se adormece,
escucho los susurros del alma
que en mi interior se estremece.
Son voces que llevan la carga
de sueños, anhelos y penas,
ecos de un pasado distante
que aún en mi pecho resuena.
Susurros que traen la nostalgia
de amores que ya no volverán,
lamentos por tiempos mejores
que cual polvo se dispersarán.
En la penumbra del silencio,
las palabras de mi ser
brotan cual lánguidas flores
que el viento quiere romper.
Dejo que fluyan libres
estos susurros del alma,
pues son la única compañía
que me otorga un poco de calma.
Hablo a la noche que escucha,
a la sombra que me acuna,
desahogando en suaves versos
la melancolía que me inunda.
Que estos susurros perduren
más allá de mi existir,
pues son el eco de mi vida,
lo que me hace aún sentir.