Camino sin rumbo, perdido en la duda,
Pregunto a la vida, ¿dónde está mi ayuda?
El que me quiso, me tiene olvidado,
Y el que no, tampoco me ha reclamado.
Aprendo a tener la vergüenza por guía,
Que me muestre el camino hacia la alegría.
No más forzar a quien no me desea,
Sino aceptar lo que el destino me crea.
En este viaje, la vergüenza me enseña
A valorar lo que el corazón diseña.
Ser fiel a mí mismo, sin suplicar amores,
Que florecerán cuando llegue su hora.
Oye amigo, no seas tonto, sigue este consejo:
Deja que la vergüenza sea tu espejo.
Reflejará tu valía y tu decoro,
Hallando la dicha que mereces y atesoro.