Bajo el cielo gris y errante,
un suspiro al viento partió,
como un ave, libre y constante,
su aliento el verso llevó.
En la brisa danzó el latido,
la esencia de un alma fugaz,
y el poema, en vuelo perdido,
se fundió con la aurora en paz.
¿Será que el viento lo guarda,
en su manto de soledad?
¿O acaso, en su ruta tardía,
lo sembró en algún lugar?
Mas no temo su partida,
ni su huida al mundo astral,
pues sé que en alguna vida
volverá con luz inmortal.