En un bosque encantado de luna y cristal,
bailan las hojas al ritmo del vals.
Susurra el viento un canto jovial,
mientras el río murmura su sal.
Las flores despiertan al suave compás,
y el sol se asoma con brillo fugaz.
Las aves entonan su alegre coral,
tejiendo en el aire un dulce arrabal.
Los sueños se elevan, cual baile ideal,
en un mundo de magia y amor sin igual.
Así en el bosque, el vals celestial,
nos cuenta historias de un tiempo inmortal.