En la quietud del alma, un leve suspiro
se alza, como el vuelo de un pájaro herido.
Bajo el manto de sombras, mi espíritu miro
naufragar en la duda, sin rumbo perdido.
La luz que antaño guiaba mis pasos inciertos
se ha apagado, dejando mi ser en tinieblas.
Mas aún en la noche, mis ojos entreabiertos
vislumbran la aurora que lenta se acerca.
Oh, frágil existencia, tan llena de penas,
que hiere mi corazón como afilada espina.
Aún así, en mi pecho, la esperanza resuena,
buscando una salida hacia la luz divina.
Alzo mi voz al cielo, en un ruego profundo,
por encontrar la calma en este mar de mundo.