Qué lástima cargar con tanta historia,
con sueños rotos y voces perdidas,
llevar a cuestas promesas vencidas,
y hacer del dolor una vana gloria.
Qué pena andar caminos sin memoria,
recoger cenizas de luchas idas,
y ver que las horas, todas fingidas,
se borran sin dejar huella ni victoria.
¿De qué sirve cantar si nadie escucha?
¿De qué sirve luchar si nada queda?
El viento arrastra todo como escarcha.
Mas sigo, aunque el alma esté ya en la cuerda,
pues tal vez, al final de esta marcha,
un nuevo sol amanezca en la vereda.