El cielo hoy canta, la tierra te llora,
se apaga la estrella que alumbra el amor.
Tu música queda, jamás se evapora,
pues vive en el alma su dulce fervor.
Cruzaste al misterio con luz encendida,
dejando en los valles tu canto inmortal.
Tu voz es refugio de amor y de vida,
un faro que brilla sereno y vital.
Esa “pared” ya no existe en tu viaje,
el tiempo y el miedo no son tu prisión.
Descansas ahora en eterno paisaje,
donde brota eterno tu fiel corazón.
Nos queda el recuerdo, la nota sincera,
la fuerza que canta en cada rincón.
Leo Dan, tu estrella no se desvanece,
pues brilla por siempre en nuestra canción.