A menudo vuelvo al tiempo aquel,
cuando en tus brazos hallé mi hogar,
tus manos firmes, tu amor tan fiel,
tus ojos dulces, mi eterno lugar.
Hoy soy madre, y puedo entender
el peso y gracia de tu labor,
el sacrificio que no se ve,
que diste siempre sin condición.
Pienso en la entrega que me ofreciste,
en cada lágrima, en cada don,
tu corazón y tu fuerza invicta,
tu alma llena de compasión.
Me amaste con todo, sin titubear,
fuiste refugio, dulce calor,
y al verme lista, sin vacilar,
abriste el cielo, soltaste el amor.
Hoy, cada día intento crecer,
seguir tus pasos, ser luz, seguir,
darle a mis hijos lo que alcancé
de tu ejemplo puro que vive en mí.