I
Pensamiento errante, viajero callado,
que cruzas sin pausa mi cielo interior;
como un río eterno, profundo y sagrado,
dibujas caminos de sombra y de ardor.
II
Eres llama oculta que en silencio arde,
un eco perdido de un mundo fugaz;
y a veces te siento tan firme y tan tarde,
que en un solo instante me haces volar.
III
Cautivo en mi mente, navegas sin rumbo,
me llevas de lejos, me traes de aquí,
y al tiempo desandas, con paso profundo,
la ruta secreta que solo es de mí.
IV
Eres ese hilo que anuda y desata,
un hilo invisible, sin principio ni fin;
y a veces tan leve, a veces tan grata,
que en tu misma trama me siento sin fin.
V
Pensamiento errante, mi fiel compañero,
me alzas y me dejas en puro rincón;
eres el suspiro que al viento sincero
le entrega la vida, le entrega razón.
VI
Eres tú quien guía mi paso en la sombra,
quien enciende luces donde no hay lugar;
pensamiento errante, tú eres quien nombra
las cosas que el alma no puede nombrar.