La voz que calla muere entre cenizas,
se pudre en su quietud como el esclavo.
Sin verbo que destruya lo que es bravo,
no hay fuego que despierte las cornisas.
¿Quién lucha sin el grito de los vientos?
¿Quién alza su bandera sin un canto?
La palabra es el filo que quebranto,
la chispa que devora los cimientos.
Es verso la semilla del alzarse,
la furia contenida en la penumbra,
el golpe que al silencio siempre deslumbra,
la fuerza que se atreve a transformarse.
Sin poesía, no hay pueblo ni conciencia,
no hay vuelo ni estandarte que arrebate;
la lengua de los libres nos rescate:
sin poesía, no hay luz, ni insurgencia.