La luna entre las sombras reposa su fulgor,
la brisa va dejando murmullos en su paso,
el tiempo, en su latido, suspira con rumor,
cerrando con su llave la puerta de su abrazo.
Los cielos se engalanan de luces y de sal,
las voces se amalgaman en cánticos y olvido,
la noche se reviste de un manto celestial,
y el año se despide sereno y ya vencido.
Las copas se levantan, promesas al calor,
susurra el horizonte el pulso del camino,
se forjan esperanzas con ecos de fervor,
y un ciclo se renueva con sello del destino.
Noche Vieja, testigo de un rito universal,
un fin que se convierte en un primer compás.