Cayó la luna al tablao,
el que fuera su escenario,
y en el luto del compás
quedó su arte en lo sagrado.
Gitana de mil caminos,
corazón de fuego y palma,
Micaela, flor de viento,
bailaste hasta el alba.
Tu falda bordó el aire,
descosió las madrugadas,
y en cada tacón latía
un eco que nunca acaba.
Tu duende, niña flamenca,
cruzó siglos y fronteras,
encendiste los rincones
de las almas que esperan.
Hoy el mundo se detiene,
en silencio, con respeto;
la danza guarda sus pasos,
el flamenco, su secreto.
Micaela, estrella eterna,
tu luz nunca se apaga,
en cada zapateado
vibrará tu alma gitana.