En la orilla del tiempo,
las olas susurran secretos,
y el sol acaricia las pieles,
mientras la arena se cuela,
como recuerdos en el viento.
El reloj marca un compás,
pero el agua se escapa,
como sueños en los bolsillos
de un bañador desgastado,
pegajosa y angustiosa la prisa,
que nos roba lo eterno.
Cada instante, un grano de sal,
cada risa, un eco lejano,
y en la brisa, un lamento:
¿dónde se fue lo que amamos?
Las horas se deslizan,
como el mar, implacable.
Caminamos, buscando respuestas
en la espuma de un nuevo día,
pero el tiempo es un mirador,
que nos mira, y se aleja,
dejando huellas en la arena,
mientras el sol se despide.