El paso lento del tiempo,
nos roba el aliento en el alma,
como el agua de un río serpenteo,
se lleva nuestro corazón sin calma.
Sin sentir el rumor de la vida,
su música se nos escapa sutil,
el sonido del agua perdida,
un lamento por lo que no es vil.
El tiempo nos traiciona sin piedad,
robándonos los días y los sueños,
dejándonos solo la soledad,
y el eco de lo que no fue nuestro empeño.
Como hojas de otoño que caen,
nuestra vida se nos va de las manos,
sin tiempo para ver los glicines,
ni el sol que brilla en los campos lejanos.