Balada de la poesía y el tiempo
Creo que la poesía es, en su esencia pura,
rememorar la vida que el misterio invade;
un horizonte incierto que al dolor conjura,
y un río inexorable que jamás se evade.
Dos luces contrapuestas nos envuelven juntos,
el tiempo que nos quiebra y el silencio eterno;
la voz del verso erige sus dorados puntos,
suturando la herida del reloj interno.
Allí donde el placer y el sufrimiento arden,
la fe busca a su Dios y la verdad anhela;
la justicia, la gracia y la belleza guardan
un eco que en el canto de la vida vuela.
Lo que a la nada vence con fervor audaz,
es la palabra viva que incendia su llama;
hoy canta lo que existe, aunque fugaz se da,
un pétalo que cae, un amor que clama.
Y así la poesía, en su esplendor divino,
celebra lo que muere, mas no se consume;
y al tiempo desafía con ardor genuino,
pues da forma al vacío, y al abismo, cumbre.
Si todo lo creado ha de desvanecerse,
el verso lo rescata con su abrazo intenso;
que la poesía al mundo no deja perderse,
y en su fulgor etéreo permanece inmenso.
