En mis sueños te diviso,
tu mirada me cautiva,
y mi alma que a ti se aviva
siente un gozo sin preciso.
Anhelo tu rostro liso
y tu cálido regazo,
que me acune con su lazo
mientras nuestros labios tiemblan,
y en éxtasis se contemplan
nuestros cuerpos en su abrazo.
Furtivo como el rocío,
tu amor llega hasta mi pecho,
y un torrente me has deshecho
que en mi ser estaba frío.
Cual relámpago te has visto
cruzar mi vida veloz,
dejando en mi interior voz
que me implora tu presencia.
¡Ay, amor!, tu contingencia
me devora sin remedio, atroz.
Contemplo tu bella forma
allá en la distancia esquiva,
cual la estrella fugitiva
que por instantes se asoma.
Me invade una paz que doma
mi ansiedad de poseerte,
y me basta con verte
para que mi alma se llene
de dicha que me mantiene
en la espera de encontrarte.