Te miro y en mi pecho despierta
una paz que no sabe de palabras,
un suave murmullo que me abraza
como un río que susurra sin prisa.
Eres el instante suspendido
donde el tiempo se disuelve,
la luz que danza en las sombras,
el eco de un verso aún no escrito.
Tus ojos, dos estrellas sin distancia,
me encuentran sin buscarme,
y en ese fugaz roce de miradas,
nace un secreto que no necesita voz.
Amor sin poseer ni retener,
como un perfume que habita el aire,
como la brisa que se da y se va
sin promesas, sin cadenas, en libertad.
Es amor en silencio,
amor que nada pide,
que solo vive en la certeza
de ser, sin más, amor.