En este páramo de sombras,
donde el silencio es un grito ahogado,
las piedras lloran lágrimas de musgo
y el viento arrastra susurros olvidados.
Aquí, donde la vida se aferra a grietas,
donde las raíces buscan desesperadas,
el polvo danza en espirales tristes
y las nubes son promesas quebradas.
Los sueños se arrastran como serpientes,
entre escombros de esperanzas perdidas,
mientras el tiempo, implacable verdugo,
desgasta lentamente nuestras vidas.
En este lugar de belleza amarga,
donde la luz es solo un espejismo,
aprendemos a amar lo que nos hiere
y a encontrar consuelo en el abismo.