Perla admitía que convivía muy bien con el misterio, que no era de esa estirpe de personas que busca racionalizar todo. Había nacido un 8 de octubre de 1920 y se recibió de abogada en 1954. A los abogados no les decía que era poeta --creía que la mayoría no hubiera entendido nada de lo que escribía--, y a los poetas no les decía que ejercía la abogacía. Siempre recordaba una de sus primeras audiencias en Tribunales. Tenía plena conciencia de que iba a poder ganarle al contrincante porque leía literatura. Sabía que el poder de la palabra y del ingenio, que venían de la literatura, no estaban en el Código Civil. La joven abogada era bastante tímida y no le mostraba a nadie sus poemas. En el hogar que compartió junto a su esposo, el arquitecto polaco Enrique Rotzait (1915-2006), organizó tertulias literarias en las que participaron María Teresa de León, Aurora Bernárdez, Julio Cortázar, Olga Orozco, Rafael Alberti, Alberto Girri, María Granata, Ernesto Schoo, Italo Calvino, Miguel Ángel Asturias, Alejandra Pizarnik y Arnaldo Orfila Reynal, entre otros.