La poeta mística que murió “plácidamente” a los 104 años, el pasado 29 de diciembre, tenía una filosofía de vida que no se la recomendaba a nadie. Perla Rotzait, que fue amiga de Alejandra Pizarnik y Julio Cortázar, estaba convencida de que no tenía que salir a buscar nada; que si los poemas que escribía y publicaba tenían algún valor, alguien lo sabría y descubriría sus libros. Nunca perteneció a ningún círculo, grupo o movimiento literario; era una solitaria, una outsider reticente a exhibirse en la hoguera de las vanidades poéticas donde se incendian tantos egos insoportables