A Emily Brontë
Oh Emily Brontë, oculta en sombras,
la pluma alzó tu voz en tempestad,
y bajo un nombre falso te nombrabas,
Ellis Bell, en la niebla de verdad,
donde el genio femenino se ahogaba.
Los páramos guardaron tu secreto,
el viento susurró tu soledad,
mientras la vida negó tu derecho,
tu alma encendió la inmortalidad,
en cada verso feroz, tu reflejo.
Cumbres borrascosas te llamaron,
y aunque firmabas con otro disfraz,
las letras como el viento se alzaron,
tu fuerza traspasó la tempestad,
y con pasión los cielos desgarraron.
Tu furia, como el rayo, fue escondida,
el mundo masculino te cerró,
mas en la sombra, erguida, tu partida
dejó el eco de un grito que vibró
más allá del tiempo y de la vida.
Hoy, Emily, renace tu grandeza,
sin nombre que te oculte la verdad,
y con tu fuego enciendes la belleza,
más fuerte que el silencio y la maldad,
más libre que el destino y la tristeza.
