Al atardecer iré
con mi cántaro azul al río,
para recoger la última
sombra del paisaje mío.
Al atardecer el agua
lo reflejará muy vago;
con claridades de cielo
y claridades de lago...
Por última vez el agua
reflejará mi paisaje
La cogeré suavemente
como quien coge un encaje...
Serán al atardecer
más lejanas estas cosas...
Más lejanas y más dulces,
más dulces y más borrosas.
Después... ¡Que venga la noche!
Que ya lo tenue del sueño
—de sueño olvidado—
lo delicado, gris, sedeño
de tela antigua... y lo fino,
lo transparente de tul...
¡Serán un solo temblor
dentro del cántaro azul!