Cruz María Salmerón Acosta

La ciega de tus cabellos

Como a una romántica novicia
te cortaron la rubia cabellera
cuyo perfume de tu cuerpo, era
como tuyo el calor de su caricia.
 
A tus blondos cabellos
los dora el sol, de cuya luz son ellos.
No es el oro más rico, ni fulgura
como la luz de su color de oro,
bajo cuyo esplendor triunfa el tesoro
del mármol de tu célica blancura.
 
Tu suave cabellera
de un olor  a rosal en primavera,
en haz de espigas que la hoz del hado
pudo segar al borde de la huesa
que esperaba tu cuerpo de princesa,
que hoy de un sueño mortal ha despertado.
 
¿Bajo la paz de qué rincón de olvido
alumbran todavía tus cabellos?
 
¡Yo  quisiera morir llorando en ellos
este llanto que tanto he contenido!.
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