Llega Jesús y junto al mar murmura
Jairo, y dice: “Señor, mi hija adorada
está expirando, pon tu mano pura
sobre su cuerpo y me será salvada.ç
El Maestro a salvar a la hermosura
se encamina, en mitad de la jornada
una enferma rozó su vestidura
¡y de repente se sintió curada!
Jesús halla la niña ya sin vida,
mas dice: “No está muerta, está dormida”,
y al tocar con sus manos a la muerta,
la gélida hermosura adolescente,
entreabriendo los ojos, dulcemente,
como de un simple sueño se despierta.