Todo niño es un artista,
un titán de luz y asombro,
pinta el cielo con su sombra,
canta el mundo a su medida.
En su mano el sol palpita,
sueña en barro, en agua, en oro,
con un trazo alza un tesoro
donde el hombre ve ruinas.
Pero el tiempo es cruel y ciego,
va borrando sus colores,
dobla el alma con su peso.
Y aquel niño, al fin, se esconde,
hasta que un temblor eterno
lo despierta en su horizonte.