Soy tu nictálope, amor, y en la sombra
vigilo el eco dulce de tu paso,
te busco en cada ráfaga y ocaso,
siguiendo el brillo que en la noche alfombra.
Mis ojos, aves de nocturna asombra,
descifran tu silueta en su retraso,
y en la penumbra trémula del vaso
de mi ansiedad, tu imagen se deslumbra.
No temo al velo oscuro de la nada,
pues bajo el manto denso de la brisa
se enciende el fuego azul de tu mirada.
Así la noche, en su ritual precisa,
me da la luz que deja en tu llegada,
y en sombras soy quien por tu amor divisa.