La estrella apagada (A) no quiso brillar, (B) la senda olvidada (A) no saben hallar. (B) Camellos no pisan, (A)
Anhelo la luz de Cristo, como el amanecer anhela al día, como el río busca al mar, y el alma sedienta su alegría. Es una llama que no se apaga,
La ira es un fuego breve, chispa que arrasa con calma y razó… Es en la pausa donde el alma se el… es en el silencio donde nace el pe… Un río no se turba al primer guija…
En la tarde inmóvil una luz antigua se pliega sobre el lomo del mar. Nada se rompe. Nada interrumpe el eco
La jirafa con bufanda En el bosque de los sueños vive una jirafa hermosa, usa botas con lunares y una bufanda preciosa.
En el borde del día se descuelga la luz, como si alguien hubiera olvidado cerrar del todo la ventana. La brisa apenas existe.
Su sonrisa es sol, y resplandece como brisa dorada en el estío, y su rayo sutil y luminoso despierta mi delirio. Su sonreir es sol, y lleva impreso
Usted es la culpable de mis penas, de este incendio que arde sin hoguera, del beso que en mis labios
Del amor surge la lumbre, centro y llama de la vida, luz que, en aura esclarecida, vence sombras y costumbre. Dulce néctar, fiel vislumbre
En mi pecho un eco suena, sombra de un viejo cantar, como brisa que se apaga mas no deja de soplar. Llevé dentro un pensamiento,
Días verdes de bosque, y días azules de mar, el viento canta en los árboles, las olas juegan sin cesar. Las hojas susurran secretos,
El abuelo va despacio con su bastón de nogal; me sonríe y me saluda, tiene un gesto paternal. La abuela teje en su silla
Nieve que calla, luces de un portal, la vida estalla en un frío umbral. Voces ausentes,
No es el mar lo que miras, es el reflejo de un nombre sumergido en la orilla. El agua repite su sombra, te llama con su lengua de espuma,
Por eso siempre seremos, porque el tiempo se empeña en pasa… pero no logra borrar las huellas que dejamos en los pliegues del alma.