Es un placer inconsciente que nace desde un lugar recóndito de mi esencia. Tiene su origen en uno de mis recuerdos más amargos, cuando fui chantajeada para mantener relaciones sexuales con un desconocido. Salió a la superficie, sí, se manifestó un gusto hasta entonces inconsciente por el masoquismo. Me gustaba sentirme violada, tocada sin mi consentimiento, penetrada sin compasión, comida con unas ganas y energía como hasta entonces nunca nadie me había comido, logrando un orgasmo único, intenso e increíble literalmente porque no me podía creer que aquella situación me estuviera poniendo cachonda. Estaba follando sin un consentimiento pleno y bajo coacción como me podía estar gustando eso? pues me gustaba, sentía un gustazo hasta entonces desconocido. Es un deleite que se ha manifestado más veces en mí posteriormente a ese hecho, cuando me encantaba azotarme a mí misma con un cinturón y verme las heridas de mi hazaña ante el espejo, no una ni dos veces, sino varias. Amaba ver aquellos latigazos rojos en mi espalda y me seguía azotando sin descanso. Ahora la acción se sitúa en la cama de uno de mis ex, mientras me follaba duro y me azotaba sin piedad con un cinturón en mi espalda y en mi culo. Me gustaba tanto ver aquellos pincelazos rojos en mi cuerpo que le pedí que me sacara una foto para ver aquel hermoso cuadro de la maja herida ante mí. Maravilloso, espléndido, gustoso. Una obra de arte espectacular. Viva el sadomasoquismo!