Soy un hombre natural;
sigo la Naturaleza
que en un mismo punto empieza
lo que es Bien y lo que es Mal.
Mi gesto es siempre espontáneo;
y amo y odio y desprecio
y olvido por sólo el precio
de un impulso subitáneo.
Cultivo mi voluntad
como si fuera una planta;
y adoro el mar cuando canta
su canción de inmensidad.
Amo la virtud y el vicio;
lo ético y lo amoral;
porque el águila caudal
va de lo alto al precipicio.
Mis palabras son sinceras;
precisos mis pensamientos;
síntesis de mis momentos,
son montañas, son praderas.
Detesto la hipocresía;
me estomaga el delator;
y mujer libro y licor
son mi única trilogía.
Dejo hacer, dejo pasar;
perdono, ejerzo venganza;
y a la vez soy Sancho Panza
e hidalgo de armas tomar.
Soy sencillo y complicado;
entusiasta y displicente;
no le hago caso a la gente
ni el qué dirán me ha humillado.
Amo la delicadeza
espiritual; y abomino
del estólido cretino
que hace del arte vileza.
A veces suelo dejar
mi aristo-estético rango
y de los necios al fango
voy mis sueños a enterrar.
De paz y sibaritismo
le tengo a la vida afecto:
sé que todo es un efecto
de voz, tacto y colorismo.
Soy impaciente y calmado;
huyo lo definitivo;
y como en transito vivo
sin haber nada aceptado.
El optimismo me exalta
que a los 20 años tuve;
y es como un chorro que sube
hacia una cima muy alta.
Ninguna torva ambición
en mi pecho ha semillado:
y así está mi corazón
no envidioso, sí envidiado.
Laboro siempre a la diabla;
le tengo al método horror;
y en mí hay algo que habla
de alegría y de dolor.
“Mi mano escribe y se va”;
piensa el cerebro y se muere;
que el ayer es miserere
y aleluya el más allá.
La felonía me pasma;
la amistad de pega evito;
y sé que es bello el delito
cuando en el deber se plasma.
Soy tan bueno como pravo;
pienso, expongo y edifico;
vivo pobre aunque soy rico;
soy martillo, hago de clavo.
Porque la vida es así:
cruel y pía, torpe y justa,
noche en misterios augusta,
alba bañada de rubí.
Soy un hombre natural;
sigo la Naturaleza
que en un mismo punto empieza
lo que es Bien y lo que es Mal.