Crisalida hora que a futuro espera.
La noche eterna de quien ya no vive,
los años cortos del que es y del que era,
el artista que a siglos sobrevive.
Plañendo el númen bajo la lumbrera
el porvenir, quien al obrar concibe.
Si el viento soy cuando ando por la vera,
y si nadie soy mientras él escribe.
Si para mí la vida me desgasta,
para ti, lo imperecedero basta.
Los ecos, las canciones, la memoria,
el cuento largo y la novela corta,
el eterno presente de la historia,
que el demiurgo lee a mirada absorta.