Eres el beso enterrado en mis labios,
labios huérfanos por el beso muerto;
es que mi pecho continúa abierto,
es que te siento sobre mí, los labios.
Tus ojos una carta sin palabras
predican la nocturna congelada.
¿Será tu boca carta ya sellada,
aunque tu pecho todavía lo abras?
¿Por que te siento lejos, aunque juntos?
¿Por qué de noche brillo, y tú ausente?
Seremos esos fieles dos difuntos
y, con la muerte, nuestro amor ferviente
será un abrazo eterno y compartido,
en la noche, a la que hemos ya partido.