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Tus ojos amplios y amarillos
como el campo ebrio de sol al mediodía.
Tus ojos de perla amarilla
la colina se orilla en las nubes, se esconde;
en el espejo del verano
la sombra ha caído, todo es claro oscuro.
En tus dedos
podría acabar el mundo, tus dedos inciertos
y tu mente que anida pájaros de lluvia.
Con las golondrinas
vuela tu deseo gigante en el mundo,
con las golondrinas se va tu padre y su recuerdo.
Ya con la última nube en el cielo
se van las mejores personas.
De su recuerdo no queda sino el deseo inmenso del musgo
y una que otra enredadera en tu mano;
de tantos danzas la lluvia nace
y la pendiente se vuelve incierta en tales días de tales noches
pero en tu corazón todas las cruces faltan,
tu corazón es el país más devastado,
tu corazón alberga la semilla,
tu corazón es una perla amarilla que se retrata en tus ojos.
Soldado de la armadura alta y añeja.
Soldado del recuerdo
aquí estamos todos rotos, sin nombre,
como el otoño cuando cae sobre las hojas y los árboles.
Podrías llorar, convertirte en sal
en una playa amplia y limpia rodeada de almas,
o quizá guardar tu temor como un rápido reflejo,
o perderte en las escaleras,
o en el humo
o en la piel de algún cerezo viejo,
podría incluso otra sal salir de tus tan hermosos ojos.
podría abrazarte ahora como semilla sumergida en la tierra
como un bandolín sin la orquesta
o como el rumor de mi persona azul en el sur.
O quizá deslizarme sin que me veas hasta tu cama
y besarte los ojos,
tus ojos sumergidos como gaviotas en el rincón de la playa
o como presa que huye del matadero.
Podría, pero mejor que te voy a escribir.
De tantos días y tantas noches te saqué
colmaste mis manos de canguiles ardientes en el cuarto,
tenías delfines en la cama
perros amaestrados en la ventana de la noche
y vi la ciudad perfumada, y detrás,
tu absorberme por dentro.
Aquí la tierra es aún ceniza.
Suave temblor, no te sometas a las leyes del abandono
no seas una mariposa de luto,
no mueras con tus muertos.
Estoy aquí para despertar,
para permanecer en vigilia de tus sueños y cuevas,
y con esta voz potente
con este animal humano,
co el lobo de la noche comiendo mis entrañas,
a la fuerza de las cenizas,
y en medio de las plazas te digo
feliz cumpleaños.
Sigue tu derribando al viento;
colma con tu nombre y tus ojos al bosque ensanchado
y desde el centro del perfume
sigue silente.
Hoy amigo, el grito de los muertos es más fuerte,
pero tu sigue en esta tierra viva.
Sigue que ya vas tras tuyo mi poesía.