...
madrúgame mañana
para no tener que buscarte con mi idioma roto;
la violencia del adiós flácido
voy desde la madrugada
recogiendo babosas desnudas; visitando mi alma.
Resbalaron de mi cansancio
tus ojos de deuda;
perdón por escribir [te]
sobre el eco de lo que fuimos.
He de herir algo para desnudarte
te [me] nací para quererte
alveolo azul [hueso de plaza]
leche herida
ya no tengo tu mano ¿y tú?
A esa vieja herida
dale mi hambre y tu pie: tu leche dormida.
En una esquina del aire estoy
aspirando tu ceniza;
tu lunar quieto y estoico.
Tu leche: más sorda y más densa
buscó un sujeto de piedra,
tu leche engordo mis huesos desdeantes.
Tu voz: aeroplano eterno donde
me muerden peces y escarabajos.