Francisco Gabilondo Soler
Un banquito quisiera comprar,
un banquito con sus cuatro patas,
para en ellas poderles calzar
un surtido cabal de alpargatas.
 
Y luego irle enseñando,
poco a poquito a caminar;
más tarde, cuando ya sepa,
entusiasmando a cómo bailar.
 
Dale, dale, dale,
a las patas con garbo;
dale, dale, dale,
las tienes que alzar;
 
dale, dale, dale,
porque más de un árbol, ¡olé!,
dale, dale, dale,
¡te ha de envidiar!
 
Abuelita, siéntate también
a probar que jaleo tan bonito
es dejarse llevar cobre él
cuando baila gentil mi banquito.
 
Y canta para que pueda
seguir el ritmo de su cantar.
No grites, porque se espanta
y una pirueta te puede tirar.
 
Dale, dale, dale,
banquito, a las patas;
dale, dale, dale,
que salten mejor;
 
dale, dale, dale,
entre los banquitos, ¡olé!
dale, dale, dale,
¡tu eres un primor!
 
Dale, dale, dale,
con gracias y con arte;
dale, dale, dale,
te has de lucir;
 
dale, dale, dale,
porque al mirarte, ¡olé!
dale, dale, dale,
¡te van a aplaudir!
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