Francisco Gabilondo Soler
Les contaré la historia
muy triste de recordar,
que trata de un negrito
con cara angelical;
pero según memoria
al aprender a hablar
salió más deslenguado
que un perico de arrabal.
 
Negrito Sandía,
ya no digas picardías.
Negrito Sandía,
o te acuso con tu tía.
 
Y mientras ella te va a agarrar,
en los cajones he de buscar
una libreta para apuntar
los garrotazos, que te va a dar.
Con el palo que utiliza
el castigo te horroriza,
y después de la paliza
me voy a morir de risa.
 
Negrito Sandía,
ya no digas picardías,
¡o ya verás!
 
Y sigue así el cuento
tan triste de repetir,
de aquel negrito lindo
igual a un querubín;
por su comportamiento
consejo yo le di
y como buen ingrato
lo guardó en un calcetín.
 
Negrito Sandía mareas,
cuando dices tonterías
tan feas.
 
El día que seas mayor de edad
si te presentas en sociedad,
serás grosero y descortés
cuando discutas con un marqués.
Pues siguiendo tu costumbre
hablarás echando lumbre,
y además, de buena gana,
te echaran por la ventana.
 
Negrito Sandía,
ya no digas groserías,
¡o ya verás!
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