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No cambio mi soledad por un poco d… Pero es que el mucho amor también…
Yo soñaba en clasificar el Bien y el Mal, como los sabios clasifican las mariposas: Yo sonaba en clavar el Bien y el… en el obscuro terciopelo
En mi verso soy libre: él es mi ma… Mi mar ancho y desnudo de horizont… En mis versos yo ando sobre el mar… camino sobre olas desdobladas de otras olas y de otras olas... A…
Estas son mis alegrías: las he con… Estas son mis tristezas. Contarla… Esta soy yo: fundida con mi sombra…
El gajo enhiesto y seco que aún queda del rosal muerto en una lejana primavera no deja abrirse paso a las semillas de ahora, a los nuevos brotes ahogados por el nudo de raíces que la pl...
En la lluviosa tarde del otoño vam… El viento hace volar las verdes ca… Qué viento tan crudo el de este ot… Los muertos deben tener frío... Pero yo tengo la primavera. ¡Toda…
Tu mano dura, rígida, apretando... Apretando, apretando hasta exprimi… la sangre gota a gota... Tu mano, garra helada, garfio lent… que se hunde... Tu mano.
Ayúdame, Señor, a ser lo que Tú h… O déjame saber que no lo has queri…
Como todos los niños, cuando yo lo era, solía preguntar a mi madre de dónde me habían traído... Y como todas las madres, fabricaba la mía para contestarme, una tierra de leyenda o escog...
Red tejida con hilos invisibles, cárcel de aire en que me muevo ape… trampa de luz que no parece trampa y en la que el pie se me quedó—ent… de luz también...—bien enlazado.
Hasta los lirios están sujetos a t…
El pequeño contrahecho conoce todas las piedras del jardín; las ha sentido en sus rodillas y entre sus manos ya escamosas de humano reptil.
Afílame las alas, afilador de rued… No tienes alas; lo creíste acaso p… Afílame la espada, afilador del si… ¿Y dónde está tu espada? No la ti… Afílame la pluma, afilador del pie…
Todavía puedes poner tu dedo y tap… Todavía. Todavía, si tú me dices que está c…
En la casa vacía han florecido roj…