¿Recuerdas? Te mondaba una manzana
y me corté en el dedo
del corazón; y tú, viendo la grana,
sentiste al pronto miedo;
mas, repuesta y riendo, me cojiste
de la mano, y ansiosa
de aquel hilo de sangre me bebiste,
y al punto se hizo rosa
tu frente; nubló luego tus pupilas
una nube, y dos perlas
en ellas te brotaron, y tranquilas
resbalaron, y al verlas
sentí fuego en la sangre y luego hielo
y el Angel de la Muerte
entre los dos. Nos nacía en el cielo
la estrella de la suerte.
Nos nacía en el cielo en agonía
una estrella rubí,
y es cuando te sentí, Teresa mía,
más cerca de mí.