Miguel de Unamuno

Teresa: 87

¡Oh en aquellos ratos cálidos,
a punto de desmayar,
casi cadáveres... pálidos...
calina sobre la mar...
los corazones inválidos!
Temblábamos en la reja,
del paraíso en la jaula;
nuestro silencio em queja;
era del amor el aula;
era la lección más vieja...
Nos hemos hartado de hambre,
y morimos de hartazgo;
es nos seca la raigambre;
que en esta España el noviazgo
da en los tuétanos calambre.
En los oídos me zumba
de aquellos ratos la fiebre,
y esperando que sucumba,
cuando el repuesto me quiebre,
tú me aguardas en la tumba.
Lloverá sobre la tierra
que confunda nuestros huesos,
la que nuestras carnes cierra;
serán de lluvia los besos;
sólo el que muere no yerra...

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