Zapatos rotos, roto el sombrero,
la piel curtida por los calores,
pasa el jocoso titiritero
para el poblado de labradores.
“¡Baile a Perucho!” le gritan todos.
“¿Cuándo los juega?” “¡Baile el Payaso!”
y él sigue alegre por los recodos
que tiene el pueblo, con firme paso.
Llega al villorrio... Todo se alista
para la escena de actores chicos;
corre la nueva del viejo artista
y se preparan pobres y ricos.
El padre cura le da su casa
y unas cortinas para escenario;
se animan todos, la gente pasa,
y cuida el orden un comisario.
“Función primera para esta noche”,
en las paredes dice un letrero...
Principia el acto, sale un fantoche
que mueve el hábil titiritero.
Rompe en silbidos el populacho
y voces burdas al aire lanza...
El vulgo dice: “¡baile el borracho!”
y el guitarrista toca la danza.