9 años desde ti
Todos mis poemas, todas mis letras, cada rima que hallo, cada analogía o metáfora que hago, son reflejos del legado heredado.
Hermano, no hay forma de explicar en el caos de mis letras cuánto te extraño. Tu ausencia marchitó un fragmento de mi corazón y lo enterraron en tu ataúd de octubre.
¿Cuántos poemas te he dedicado? Llevo escribiendo desde antes, durante y después de la desgracia. Cuento y sin exagerar, más de 300 poemas a tu nombre, a la tristeza de perderte, al incendio de recordarte, la inundación de no encontrarte, la tormenta de odiar el mundo por llevarte.
A ti, que me salvaste de mi más grande horror; la soledad.
Tus ojos cafés que brillaban como el firmamento mismo, conectaron con mi iris tan ausente de brillo como el abismo.
Tu amistad tan cálida como el sol, abrasó todo rastro del miasma oscuro que residía en mi interior.
Tu tacto tan puro como la primavera misma, enseñó a mi corazón que no era un derecho el ganarme ser aceptado; sino que amarme era un regalo.
Una vez tu voz recitó que el universo fue creado con el único propósito de ser espectado por mis ojos, los ojos que llamaste preciosos. No el color dorado o verde jade de los mismos, sino todo de ellos; eso me hizo muy feliz.
Pero entendí tarde que, estabas equivocado y acertado al mismo tiempo.
Nací para ver el universo de tus ojos, la galaxia de tu iris, la supernova de tu parpadear, las estrellas fugaces que bailaban cuando me mirabas y veías no al monstruo que me creía; sino sólo un niño feliz de tener con quien sonreír.
Ese ser, tan fuerte como delicado, que trajo luz a mi vida.
Ese ser, que con sólo cantarme, anestesiaba mis heridas.
El primero que me abrazó a pesar de la sangre que me corroía.
Mi primer amigo.