Corona de laureles
Yo soy tú, tú eres yo
Prisionero de mentes dañadas, con cadenas fundidas sobre mi piel y una aureola sobre mi cabeza, son sólo designios de arrogantes, de imbéciles; de adultos que consumen mi mundo.
Me niego a obedecer, a dejarlos suponer, a permitir que se den el lujo de imponer.
No puedo detener mi crecimiento físico y tú no puedes detener mi crecimiento mental.
La aureola no es signo de divinidad, sino de sumisión total.
No obedeceré a ningún padre nuestro ni me inclinaré ante ningún castigo auto-impuesto.
Me coronaré con laureles verdes, el tiempo les dará el otoño y mi icor caído, diamantes dorados.
Los vínculos que forjé son la rebelión de mi corazón, son las alas de mi libertad, son el auge de mi ego.
No seré nunca tu maldad.
Seré la sombra que resguarda, la estrella que ampara, la sangre que da vida y no la que se derrama.
El mal nunca me sentó bien.
Para mis amigos, para los que están, los que no y los que volverán: ustedes son y serán siempre mi corona de laureles.
