#Colombianos Flórez Julio
¡Oh, bosques seculares, refugio del silencio y de la sombr… que el cielo y los eternos luminar… por techumbre tenéis, y por alfomb… de hojas marchitas rumorosos mares…
Oye la historia que contóme un día el viejo enterrador de la comarca: era un amante a quien por suerte i… su dulce bien le arrebató la parca… Todas las noches iba al cementerio
Cuando bajo la comba de la nave, del vasto templo, rezas con fervor… y tu oración se eleva, como un ave… del órgano al gemido vibrador, desde un rincón oscuro te contempl…
Ruge el mar, y se encrespa y se ag… la luna, ave de luz, prepara el vu… y en el momento en que la faz leva… da un beso al mar, y se remonta al… Y aquel monstruo indomable, que re…
Dime: cuando en la noche taciturna… la frente escondes en tu mano blan… y oyes la triste voz de la nocturn… brisa que el polen de la flor arra… cuando se fijan tus brillantes ojo…
Huyeron las golondrinas de tus alegres balcones; ya en la selva no hay canciones sino lluvias y neblinas. Me da el pesar sus espinas
Tañe Orfeo su cítara y avanza con pie seguro hacia el remoto ori… canta y su voz desbórdase en torre… de fe y amor, de vida y esperanza. Camina... y la brumosa lontananza
En el islote de la azul laguna (hoy extinta) del parque abandonad… de una antigua ciudad, solo y call… hallé un mancebo (un loco acaso) e… noche glacial en que la blanca lun…
¿Ves ese roble que abatir no pudo ayer el huracán que asoló el monte y que finge en el monte un alto y… centinela que mira el horizonte? El rayo apenas lo agrietó; sereno
¡Ay! ¿Cómo quieres que tu madre e… en este mundo bienhechora calma, si le desgarras, al nacer, el vien… y le desgarras, al morir, el alma? ¡Y esa madre infeliz, cómo a porfí…
Hermosa y sana, en el pasado estío… murmuraba, en mi oído, sin espanto… —Yo quisiera morirme, amado mío; más que el mundo me gusta el campo… Y de fiebre voraz bajo el imperio,
Entre las hojas de laurel, marchit… de la corona vieja, que en lo alto de mi lecho suspend… un triunfo no alcanzado me recuerd… una araña ha formado
¡Y no temblé al mirarla! El tiemp… su tez apenas marchitado; hacía tanto... que ni de lejos la veía..… Vago tinte de aurora su semblante inundó de repente, en el instante
¡La campiña! Sobre el césped del cortijo va la… tierna, rubia, frágil, blanca; —bajo el brazo la muñeca de cartón rosada y hueca—
Si porque a tus plantas ruedo como un ilota rendido, y una mirada te pido con temor, casi con miedo; si porque ante ti me quedo