Julio Flórez Rea

Julio Flórez Rea (Chiquinquirá, Boyacá, 22 de mayo de 1867 - Usiacurí, Atlántico, 7 de febrero de 1923) fue un poeta colombiano.

Julio Flórez Rea (Chiquinquirá, Boyacá, 22 de mayo de 1867 - Usiacurí, Atlántico, 7 de febrero de 1923) fue un poeta colombiano.

Primeros años

A los 7 años escribió sus primeros versos conocidos. En 1881 ingresó a estudiar Literatura al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá, pero no culminó sus estudios debido a la guerra civil de 1885. Su padre fue político liberal, Gobernador del Departamento de Boyacá y Representante a la Cámara.

 Su hermano Leónidas fue herido gravemente en una manifestación y falleció 4 años después por las secuelas. Julio mismo era un liberal convencido y a pesar de su difícil situación económica rechazó varias veces posiciones ofrecidas por el gobierno conservador, como un cargo en la Biblioteca Nacional o un consulado en el exterior.

Amigo de otros dos grandes poetas de la época: Candelario Obeso y José Asunción Silva. Candelario era repudiado por la aristocracia por ser de raza negra y por rechazar los reglamentos impuestos por la iglesia Católica y la sociedad bogotana. En 1884 se suicidó y en su sepelio, Julio Flórez, de sólo 17 años, exaltó su memoria en versos emocionados. Es uno de los más grandes poetas de Colombia, además de ser considerado en su tiempo y por varias décadas después como el poeta popular por excelencia del país.

Del exilio al triunfo

En 1905, el dictador Rafael Reyes «le aconsejó» irse del país, ante «la ola de murmullos contra él», que lo señalaban como «sacrílego, blasfemo y apóstata». Flórez marchó a Caracas (Venezuela), donde publicó Cardos y lirios y La Araña. Luego viajó por varios países de Centroamérica hasta México. En El Salvador publicó Manojo de zarzas y Cesta de lotos. El exilio fue el trampolín del éxito, la fama de Flórez se hizo internacional y ocurrió lo inesperado: en 1907 su enemigo, el presidente Reyes, lo nombró segundo secretario de la Legación de Colombia en España y Flórez aceptó.

Publicó Fronda Lírica, en Madrid en 1908, y Gotas de Ajenjo, en Barcelona en 1909, año en que regresó a Colombia, presentando un recital en Barranquilla.

Últimos años

A su regreso en 1909 a Colombia, Flórez se retiró al municipio de Usiacurí, en el departamento del Atlántico, a tomar una cura de sus aguas medicinales. En ese pueblo se enamoró de una colegiala de 14 años de edad, Petrona, con quien comenzó un idilio, quedándose a vivir en este sitio por el resto de su vida, salvo algunas salidas esporádicas para realizar funciones o por enfermedad.

En 1910 regresó a Bogotá, donde se presentó en una función en el Teatro Colón, durante las celebraciones del primer centenario de la Independencia de Colombia. Luego de esta presentación, Flórez se ausentó de la capital, a la que regresó en muy contadas ocasiones para ofrecer recitales poéticos, del mismo modo como lo hizo en todo el país, y más frecuentemente en la vecina ciudad de Barranquilla.

En la aldea de Usiacurí llevó una vida de hogareña, al lado de su esposa Petrona y sus cinco hijos: Cielo, León Julio, Divina, Lira y Hugo Flórez Moreno. Para el mantenimiento de la familia, se dedicó a labores agrícolas y ganaderas a pequeña escala. En esa época le inicio una enfermedad de la cual no se tiene certeza, pero se cree que se trato de un cáncer que le deformo el rostro afectándole la mandíbula izquierda y dificultándole el habla. Falleció el 7 de febrero de 1923 en este poblado a la edad de 55 años.

Obra

La obra de Julio Flórez consta de diez libros:

Horas
Cardos y lírios
Gotas de ajenjo
Cesta de lotos
Manojo de Zarzas
Haz de espinas
Flecha roja
De pie los muertos
Fronda lírica
Oro y ébano

Las poesías más destacadas Mis flores negras, La araña, Idilio eterno, Abstracciones, Resurecciones, La voz del río, Reto, Altas ternuras y Oh poetas, entre otras, son consideradas clásicos de la literatura colombiana.

La Gruta Simbólica

La Gruta Simbólica fue una tertulia "de errátil asiento", de la que Julio Flórez fue un importante y activo miembro, además de ser uno de sus fundadores. Allí iba, entre rasgueos de tiple, bandola y guitarra, en busca de los manjares criollos y de dorados y diamantinos licores, la bohemia santafereña de mil novecientos. La Gruta Simbólica convocó a lo largo de un quinquenio -sobre poco más o menos- a unas setenta personalidades de la más heterogénea condición. Luis María Mora, llamado "Moratín", narró los acontecimientos que dieron lugar a la fundación de esta tertulia:

«... Una noche, cuya fecha nadie podría recordar con precisión, andábamos sin salvoconducto unos cuatro amigos que veníamos de una exquisita cuchipanda, a las cuales eran muy aficionados los literatos de entonces, con pocas excepciones. Era arte muy divertido, peligroso y nuevo ese de sacarle el cuerpo a las patrullas de soldados que rondaban las calles en persecución de sediciosos y espías, cuando de súbito caímos en poder de una ronda. Componían el grupo Carlos Tamayo, Julio Flórez, Julio de Francisco, Ignasio Posse Amaya, Miguel A. Peñarredonda, Rudesindo Gómez y el humilde autor de esta croniquilla, a los pies de vuestras mercedes. No podíamos andar la noche por desafectos al gobierno, y no nos quedaba más remedio que pasarla en un cuartel, cuando menos. De pronto Carlos Tamayo les dijo a los de la ronda: "Señores, tenemos un enfermo grave; vamos en busca de un médico; acompáñenos hasta la casa a llamarlo. Aquí no más es." El oficial consintió en ello. Golpeamos a la ventana de la casa de Rafael Espinosa Guzmán, y apenas asomó éste, Tamayo le dijo: "Doctor ábranos que tenemos un enfermo grave como usted lo ve (y señaló con disimulo a los soldados). Es preciso que vaya a la casa." "Lo haré enseguida (contestó con gravedad el doctor); pero sigan entre tanto." Así lo hicimos y nos quedamos hasta las del alba. Estaban de visita allí aquella noche don Luis Galán y don Pedro Ignasio Escobar. Había necesidad de emplear lo mejor que se pudiese las horas que quedaban hasta el amanecer, y preparamos una alegre tenida. A favor del delicioso vino con que nos regaló el dueño de la casa, recitamos versos, improvisamos un satírico sainete político, cantamos y reímos y olvidamos nuestra pasada cuita con la ronda. Resolvió entonces Reg que hiciéramos nuevas y frecuentes reuniones en su casa, y así, ni una coma más ni una menos, fue como quedó desde esa noche fundada la Gruta Simbólica.»

Moratín narró también las nocturnas expediciones que el grupo de la Gruta Simbólica, presidido por Julio Flórez, hacía al Cementerio Central de Bogotá:

«Un grupo de soñadores, músicos y poetas, al frente del cual iba él (Julio Flórez), se dirigía al camposanto a eso de la media noche, en las más espléndidas ascensiones de la luna. El grupo salvaba la verja, tomaba el vial del Torreón de Padilla y penetraba en los osarios. Una melancólica música de instrumentos de cuerda sonaba en la cripta. Algunas aves sacudían las alas en los cipreses; cruzaban de lejos las luciérnagas de los fuegos fatuos y la luna iluminaba los mármoles de las tumbas. ¡Eran confidencias con los sepulcros! ¡Eran singulares serenatas a los muertos! Algunos inclinaban la frente contra los troncos de los árboles, y meditaban. Algunas veces Julio Flórez recitaba sus versos a Silva. Luego el grupo tornaba a la ciudad antes que los sorprendiese la claridad del día, y así terminaban las extravagantes visitas a tantos seres idos, ya libres de las cadenas de la carne.»

Referencias

Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Flórez




Haut