Juan Meléndez Valdés

Oda li de mis versos

«Dicen que alegre canto
tan amorosos versos,
cual nuestros viejos tristes
nunca cantar supieron.
 
»Pero yo, que sin sustos
pretensiones ni pleitos
vivo siempre entre danzas
retozando y bebiendo,
 
»¿puedo acaso afligirme?
¿Pueden mis dulces metros
no sacar los ardores
de Cupido y Lïeo?
 
»¿Por qué los que me culpan,
de vil codicia ciegos
inicuos atesoran
y gozan con recelo?
 
»¿Por qué en fatal envidia
hierven y horror sus pechos,
cuando riente el mío
nada en genial contento?
 
»¿Por qué afanados velan
mientras que en paz yo duermo,
tras el fugaz fantasma
de la ambición corriendo?
 
»Bien por mí seguir puede
cada cual su deseo,
pero yo antes que al oro
a los brindis me atengo,
 
»y antes que a negras iras
o a deleznables puestos,
a delicias y gozos
libre daré mi pecho.
 
»Vengan, pues, vino y rosas,
que mejor que no duelos
son los sorbos süaves
con que alegre enloquezco».
 
Así a Dorila dije,
que festiva al momento
me dio llena otra copa
gustándola primero.
 
Y entre mimos y risas
con semblante halagüeño
respondiome: «¿Qué temes
la grita de los viejos?
 
»Bebamos si nos riñen,
bebamos y bailemos,
que de tus versos dulces
yo sola juzgar debo».

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